Existen dos tipos de climatización: la natural, en la que se aprovecha el flujo natural del aire exterior, haciéndolo circular dentro de una edificación, con el objeto de lograr que la temperatura se mantenga a niveles deseables sin la utilización de sistemas de refrigeración artificiales; de esta forma se logra renovar el aire que pudiera contaminarse por diversos factores, logrando así el ahorro de energía. Este tipo de climatización tiene sus aspectos negativos, ya que es difícil regular el flujo de aire y depende de las condiciones climatológicas del lugar y de lo amplio o reducido que sea el espacio de ingreso y salida del aire. Una de las formas de climatización natural que se ha puesto de moda últimamente es la bioclimatización, la cual logra el enfriamiento de un ambiente mediante la evaporación del agua combinado con la ventilación continua.
La climatización artificial: esta sigue siendo la forma más común de climatizar un espacio, mediante el uso de aires acondicionado o de calefacción, ya que a través de este tipo de artefacto se logra controlar la circulación del aire, lo que permite renovar más rápidamente el aire contaminado, así como regular la temperatura de acuerdo a los requerimientos del usuario.